lunes, 13 de septiembre de 2010

TODO ES PARA BIEN




La nación de Israel es un pueblo surgido de una promesa, realizada su primer patriarca Abraham y generaciones siguientes, en el tiempo de Dios se cumplió, mientras ellos atravesaban tiempos cruciales en su existencia.

Cuando una promesa no tiene mucho sentido para un hombre corriente y una población esclava en país pagano. Confiar requiere de valor, mucha fe para obediencia total.

Con la salida de los hijos de Jacob de Egipto ocurrida en la segunda mitad del siglo XIII a.C. Dios durante 40 años los guio en el desierto de Sinaí, grande, espantoso, con serpientes ardientes, escorpiones, sin agua, donde fueron afligidos, probados, transformados en 12 tribus, inicio de Israel como nación.

Al transcurrir los años esta tierra conquistada fue entregada al pueblo elegido con derechos, pero con la condición: “ ser luz a las naciones”, por medio de una alianza o pacto, que los obligaba a luchar consigo mismo y el ambiente que les rodeaba.

La biblia relata la historia de Israel, demuestra claramente que Dios demora el bien que le  promete a los suyos, igualmente como ellos pasamos pruebas difíciles para santificación y disciplina de las intenciones, para  finalmente ver la gloria de Dios y  bendiciones que ha guardado.

El apóstol Pablo recuerda que; "esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria"

Entonces afrontemos los momentos de aflicción y pruebas como hijos de Dios en obediencia, fe en sus promesas, esperando el tiempo necesario, porque todo es para bien.

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