La lección objetiva y necesaria para las personas del presente siglo, es comprender que el éxito verdadero se logra en todo los aspectos de la vida, no en un área específica de ella.
Buscar el éxito produce inversión en tiempo de vida, recursos, habilidades, razón fundamental para establecer bases sólidas y equilibrio entre la actitud y teología profesada.
La biblia contiene principios básicos para vivir exitosamente, perdurables en el tiempo con influencia y propósito de guiar al ser humano hacia la obediencia, conocimiento y el éxito a la manera divina.
Antes de emprender la búsqueda del éxito es fundamental establecer una definición pertinente e identificar los elementos básicos. Para Stanley (2001)”El éxito es el logro continuo de llegar a ser la persona que Dios quiere que usted sea y lograr las metas que él le ha ayudado a establecer”.
Los elementos básicos son expresado en el salmo 1:” Sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera”. (Sal.1:2-3)
El éxito entonces se relaciona, con lo que se piensa y medita durante el día y la noche. La meditación es aquel conocimiento que guía hacia Dios, constituyéndose en la puerta del éxito.
Meditar en la palabra, lleva al hablar de las promesas de Dios pero también creer en ellas, al verbalizar se edifica el fundamento para resistir el tiempo necesario y toda oposición.
El meditar, creer, hablar lleva a Visualizar el éxito, produce el coraje, valentía y obediencia, para asumir las acciones sabias necesarias, el método adecuado para que todo prospere.
El conocimiento del plan divino personal guía a Dios y es la puerta del éxito, pero la obediencia es la llave que abre la puerta del éxito. Cuando se desea cumplir el propósito divino en la vida personal, Dios complace los anhelos personales.
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