domingo, 5 de septiembre de 2010

TODO ES PARA BIEN


La nación de Israel es un pueblo muy particular que surgió de una promesa realizada su primer patriarca. Abraham tuvo que esperar al igual que las demás generaciones siguientes, el cumplimiento de la promesa en el tiempo de Dios, confiar en su poder ilimitado y su perspectiva eterna, mientras atravesaba  los tiempos cruciales de su existencia.

Esto requiere  valor para la obediencia total, mucha fe cuando una promesa no tiene mucho sentido para un hombre corriente y una población esclava en un país pagano. Con la salida de los hijos de Jacob de Egipto según ocurre aproximadamente en la segunda mitad del siglo XIII a.C. Según el relato bíblico estuvo la guianza de Dios durante 40 años a través de obstáculos en el desierto de Sinaí, descrito como grande, espantoso, con serpientes ardientes, escorpiones, sin agua, donde fueron afligidos y probados, para finalmente ocurrir la transformación de los descendientes de este patriarca en 12 tribus que da inicio al pueblo de Israel como nación.

Al transcurrir los años esta tierra conquistada fue entregada a condición de pueblo elegido con derechos, pero con muchas condiciones “la  de ser luz a las naciones”, por medio de una alianza  o pacto establecido entre Dios y el pueblo por medio de sus leyes en los 10 mandamientos, que los obligaba a luchar consigo mismo y el ambiente que les rodea.

La biblia en este relato histórico de la conformación de Israel como nación, demuestra claramente que Dios a veces demora el bien que le que promete a los suyos. Sin embargo el rey David ilustra claramente quien es  EL Dios el que hace la promesa:” Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, para los que guardan su pacto y sus testimonios. Salmo. 25:10



A veces también como cristianos pasamos muchos años en pruebas difíciles que sirven para atraer la atención a Dios, disciplina, purificación de las intenciones, para al final de las dificultades temporales ver la gloria de Dios y las bendiciones que ha guardado para  nosotros su pueblo.

El apóstol Pablo nos recuerda en Segunda de Corintios que; "esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria" Entones afrontemos los momentos de aflicción, pruebas como hijos de Dios con obediencia, fe en sus promesas, esperando el tiempo de Dios porque todo es para bien, sus sendas son misericordia y verdad.

Las promesas de DIOS al pueblo hebreo ahora también son nuestra a través de Jesucristo:”Os sacaré de los sufrimientos de Egipto (mundo), os salvaré de su esclavitud (pecado), os redimiré con brazo extendido... (Salvación) y os tomaré para Mí como pueblo” (somos pueblo adquirido por Dios).Dios siempre cumple sus promesas

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