sábado, 1 de enero de 2011

Peticion de Año Nuevo:“SEÑOR VEN AYUDARME”



Marta tenía una hermana llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús para escuchar lo que él decía. Pero Marta, que estaba atareada con sus muchos quehaceres, se acercó a Jesús y le dijo:


Señor, ¿no te preocupa nada que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude. Lucas 10:39-40,

Jesucristo en uno de sus viajes a la aldea de Betania, llego a casa de Marta, descrita en el pasaje bíblico como una persona inquieta y afanada por sus múltiples quehaceres. Hace una petición Jesús para que le diga a su hermana que le ayude en su trabajo. La respuesta obtenida fue que: “Solo una cosa era necesaria”.

Leí una reflexión con una pregunta especulativa al respecto sobre cual hubiese sido la respuesta obtenida por Marta si en vez de solicitarle a Jesús que le ordenara a María ayudarla. Le hubiese dicho ¿Jesús, no te preocupa que haga yo sola todo el trabajo? Ven ayudarme.

Es interesante al comienzo de un nuevo año, la tendencia humana de estar o sentirse desorientados, llenos de expectativas sobre qué ocurrirá en el trascurso del año, tiempo propicio para hacerle esa petición a Jesucristo ¡Ven ayudarme!

Jesucristo en su vida terrenal nunca le negó la ayuda a nadie, es más la escritura dice que: el que pide recibe y el que llama se le abrirá y que busca hallara.

Al pedir la ayuda a Jesucristo obtendremos los beneficios de que él es más efectivo, el no se cansa ni las deja a medio hacer al contrario las realiza de forma excelente. Recuerda el da fuerza al cansado y multiplica al que no tiene ninguna.

Si en este momento te encuentras lleno de afán, angustia, con mucho trabajo al ver la indiferencia de otros que te rodean, evita repetir el error de Marta de SOLICITAR A Jesucristo que envié a otro a ayudarte antes de pedirle a Él su ayuda y fortaleza, perdiendo la oportunidad de reclamar y recibir la respuesta adecuada a las promesas del Señor confiando en su palabra.

Ahora admite tu poca visión, pide perdón y reconoce que: “Pero solo una cosa es necesaria”. ¡Jesucristo ven ayúdame! Escojamos al igual que María sentarnos a sus pies para oír sus palabras. El Señor clama continuamente: "¡Oh, si mi pueblo me escuchara" (Sal 81.13). Por tanto es más importante aprender a oír a Jesucristo y su guianza por medio del Espíritu Santo y no solo hablar con él.

Sentarse a oír a Dios es un hábito vital de la relación y vida cristiana. Dios está dispuesto a hablar con quienes se humillan y apartan tiempo para escuchar y responden con obediencia a cualquier cosa que él les diga.

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