La
vida es en una jornada de eventos que pueden ser desagradables o placenteros, que
pueden ser tomados por las personas como desafíos y retos e impulsarlo a grandes realizacione.
La dinámica del
diario vivir y los extremos bajo los cuales el orden económico y social imponen
las condiciones de la vida actual a los individuos, reflejan un estilo de vida
que muchas veces nos aleja de nuestros principios más preciados y esto facilita
que comencemos a presentar pretextos y justificaciones para el fracaso.
Tristemente somos testigos y también actores de situaciones que nos
insensibilizan y nos apartan del camino de la solidaridad, del compromiso
social y de la participación responsable que la convivencia en sociedad nos
debe inspirar.
Es
sorprendente que el desarrollo y las
ventajas de tecnológicas pueden convertirnos en seres humanos más
individualistas que con sentido de grupo, en personas aisladas y no asociadas,
llevándonos por un sendero que invita a sentirnos desprendidos del mundo y
desconectados de las personas, de sus necesidades y de la inmensa contribución
que le haríamos al mundo si cada uno de nosotros nos anexáramos en una jornada
de integración, de sensibilización y de atención a quienes nos rodean.
Todas
las personas tenemos la libertad, y posibilidad y el potencial de elegir lo que
deseamos ser con nuestra vida por medio de la capacidad de lo que deseamos escoger,
no podemos controlar las circunstancias
que pueden llegar en un momento determinado de nuestra vida pero si la actitud
que voy asumir ante ellas
Las
personas establecen argumentos para
justificar la indiferencia hacia otros y
evitar su realización personal por medio de los pretextos y excusas donde encuentra
entonces el espacio y las puertas abiertas para entrar en nuestra existencia y
guiar nuestros pasos a sentirnos atrapados en un mundo en el cual las
necesidades, los problemas e inclusive las tragedias dejan de importarnos.
La
indiferencia y las excusas se inician
con una actitud de apatía que neutraliza
las emociones llevando a las personas a no prestar ninguna atención a hechos y
circunstancias que afectan la vida personal y de otras personas, incluso las de
su propia familia.
La
indiferencia provoca un estado de paralización y produce una falta constante de
atención y cuidado con los efectos personales y materiales, y espirituales así
como también con respecto al mismo cuidado personal de las personas.
Ser indiferente
desnaturaliza al ser humano y es un ingrediente para cultivar el egoísmo y
promover la injusticia en los grupos sociales. Es una condición que nos aleja
del disfrute de la vida y del propósito esencial de llevar una vida enfocada
hacia el bien común y cumplir el propósito de Dios.
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