jueves, 19 de abril de 2012

EXCUSAS Y PRETEXTOS

La vida es en una jornada de eventos que pueden ser desagradables o placenteros, que pueden ser tomados por las personas como desafíos y retos e impulsarlo a grandes realizacione.
La dinámica del diario vivir y los extremos bajo los cuales el orden económico y social imponen las condiciones de la vida actual a los individuos, reflejan un estilo de vida que muchas veces nos aleja de nuestros principios más preciados y esto facilita que comencemos a presentar pretextos y justificaciones para el fracaso. Tristemente somos testigos y también actores de situaciones que nos insensibilizan y nos apartan del camino de la solidaridad, del compromiso social y de la participación responsable que la convivencia en sociedad nos debe inspirar.
Es sorprendente que  el desarrollo y las ventajas de tecnológicas pueden convertirnos en seres humanos más individualistas que con sentido de grupo, en personas aisladas y no asociadas, llevándonos por un sendero que invita a sentirnos desprendidos del mundo y desconectados de las personas, de sus necesidades y de la inmensa contribución que le haríamos al mundo si cada uno de nosotros nos anexáramos en una jornada de integración, de sensibilización y de atención a quienes nos rodean.
Todas las personas tenemos la libertad, y posibilidad y el potencial de elegir lo que deseamos ser con nuestra vida por medio de la capacidad de lo que deseamos escoger, no podemos controlar  las circunstancias que pueden llegar en un momento determinado de nuestra vida pero si la actitud que voy asumir ante ellas
Las personas  establecen argumentos para justificar  la indiferencia hacia otros y evitar su realización personal por medio de los pretextos y excusas donde encuentra entonces el espacio y las puertas abiertas para entrar en nuestra existencia y guiar nuestros pasos a sentirnos atrapados en un mundo en el cual las necesidades, los problemas e inclusive las tragedias dejan de importarnos.
La indiferencia y las excusas  se inician con una actitud de apatía que  neutraliza las emociones llevando a las personas a no prestar ninguna atención a hechos y circunstancias que afectan la vida personal y de otras personas, incluso las de su propia familia.
La indiferencia provoca un estado de paralización y produce una falta constante de atención y cuidado con los efectos personales y materiales, y espirituales así como también con respecto al mismo cuidado personal de las personas.
Ser indiferente desnaturaliza al ser humano y es un ingrediente para cultivar el egoísmo y promover la injusticia en los grupos sociales. Es una condición que nos aleja del disfrute de la vida y del propósito esencial de llevar una vida enfocada hacia el bien común y cumplir el propósito de Dios.

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